Los Evangelios mencionan en unos pocos versículos, a un grupo de dedicados amigos…un grupo suficientemente loco como para buscar de cualquier manera llevar a su amigo paralítico a los pies de Jesús, quien ya era famoso para cuando llegó a su pueblo. Habían oído que él podía curar, cambiar vidas, empezar cosas nuevas para la gente…y ellos tenían un amigo que no podía caminar. Sabían que, si tan solo podían levantarlo y ponerlo a los pies de Jesús, tal vez la historia de ese amigo sería reescrita. Cuando llegó Jesús, lo agarraron y corrieron como locos…probablemente gimiendo y sudando bajo el peso de la carga, hasta que finalmente llegaron, encontrando la puerta principal bloqueada
Entonces buscaron otro camino.
Levantaron el cuello para ver alrededor de la multitud, cambiaron de táctica y se volvieron creativos, luego se comprometieron a hacer lo que fuera necesario para llevar a ese amigo a Jesús. Lo arrastraron escalera arriba, abrieron el techo y literalmente lo bajaron justo encima de Jesús. ¿Te imaginas a Jesús mirando esos ojos desesperados?¿Esas caras cansadas y sudorosas? Porque habían llevado a su amigo lo más lejos que pudieron…y ahora le tocaba a Jesús.
Marcos 2:1-12 nos dice que Jesús sanó a ese paralítico en cuerpo y alma porque “vio la fe de ellos.” Su prisa por traer a ese amigo a los pies de Jesús significó una vida cambiada para siempre, un cuerpo quebrantado hecho nuevo y un alma redimida…de manera integral, completa y eterna.
Esta historia resuena, porque muchas veces nos sentimos como los amigos locos. Se siente como un trabajo duro arrastrar almas por calles calurosas y concurridas solo para encontrar el camino bloqueado. Es hora de ser creativos. Repensar. Subir las escaleras. Intentar otra vez. Y luego, de nuevo con la esperanza y fe de que si podemos llevar a alguien a los pies de Jesús, el podría hacer el resto
Y puede. Y los hace.
El personal de nuestro Centro de Recursos El Faro conoce bien este ajetreo, ya que recientemente han tenido que cambiar y adaptar muchas cosas para reabrir y relanzar nuestro programa para reflejar las realidades post-COVID. Nuestro personal del Programa Residencial Nuevo Amanecer también lo sabe, en tanto trabajan para reconciliar a las familias y caminan con los niños que se están recuperando de la adicción.
Subir escaleras con almas paralizadas es un trabajo duro y pesado. Pero también es santo y Jesús está al final. Eso no significa que sea fácil. No significa que no nos esforzaremos entre la multitud y golpearemos nuestras cabezas contra la pared para desarrollar un plan…más significa que sí somos vistos a través de todo esto. Jesús vio a esos amigos, mientras ellos le miraban a través de ese techo abierto con una pregunta llena de fe, y su esfuerzo sí le importó.
Lo que hacemos, cómo vivimos nuestras vidas, la forma en que empujamos, jalamos y arrastramos a otros hacia Jesús le importa ahora y es importante para la eternidad. Hoy los animo a ustedes amigos a seguir buscando, a encontrar esas formas creativas, a abrir esos techos y bajar esas almas cansadas hasta los pies de Jesús
Él los ve. Él te ve. Y le importa.
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