“La Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros.” – Juan 1:14, NTV
En Navidad, celebramos el hecho que Jesús vino una noche callada de forma humilde y modesta para habitar entre nosotros en nuestra colonia. Él pasó de la gloria del cielo y bajó a la suciedad y tristeza de la vida en nuestro mundo.
Nuestra colonia no es siempre un lugar bonito para estar. Aquí hay luto y gente enferma. Embarazos que terminan en abortos, matrimonios que se desmoronan. Amistades que fallan, tragedias que suceden y nos decepcionamos.
Pero, de todas maneras, Jesús quería vivir aquí, porque nosotros estamos aquí…humanos. Él quiso venir donde estamos y mostrarnos la vida, la gloria y el único camino al Padre. Y Él lo hizo en la forma más inesperada y en el lugar menos esperado.
Él nos mostró que la mejor manera de amar de verdad es acercándose a alguien. Caminar a través de los altibajos para experimentar tanto el dolor de la comunidad como el celebrar el gozo del vecindario. Él experimentó todo esto en bodas y entierros, cumpleaños y festivales. Él estuvo ahí para todo.
Pero Él no estaba allí solo, Él fue quien invitó a todos a participar allí también.
Él siempre estaba mirando afuera, por la persona que todos pensaban que era diferente, el que todos dejaban atrás. Quizás venia de la familia incorrecta, o tenia la etnicidad incorrecta, la carrera incorrecta, o aun el género incorrecto. Lo que sea que estuviera mal, les empuja a ser marginados por la sociedad. Nadie realmente quiere que sean parte de lo que sucede en la colonia. Bueno, nadie menos Jesús.
Él les invita a sentarnos, a hablar, a cambiar, a crecer, a conocer a Dios y a tener una nueva vida.
Quizás es hora de mirar a nuestro alrededor e intentar hacer un poco más de esto. ¿Qué pasa cuando veo a alguien de los que están “equivocados”? ¿O que son marginados? ¿O que esperan un camino de regreso a Dios? Jesús pasaba tiempo por esos rincones, hablando con los que pasaban. Él notó. Le importó. E invitó.
Como pueblo de Dios, es hora de movernos a nuevas colonias. Es hora de dar un paso por abajo desde donde estamos, hacer algo inesperado, invitar a alguien, y seguir el camino de Jesús.
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