La foto de arriba, es la calle de nuestra colonia. Esta calle es el centro de nuestra obra en la comunidad. Es un lugar donde podemos estar presentes con aquellos que tienen preguntas, necesidades y sueños.

Acá es donde tenemos la oportunidad de ver a nuestros vecinos a los ojos, involucrarlos con nuestras palabras y abrazarlos. También es un lugar donde el sufrimiento se arrastra a través del umbral y tenemos que darle la bienvenida.

Hay dolor y heridas en esta calle. Hay violencia y muerte. Hay lagrimas en los ojos de quienes encontramos y abrazamos hombros temblorosos que se balancean bajo el dolor. A veces esta calle es un lugar difícil para estar.

Pero no ponemos un pie aquí sin esperanza en nuestros corazones y susurro en nuestros labios. La esperanza es lo que personificamos al estar presentes con nuestras oraciones, con nuestra relación con el Sanador de todo dolor. Afirmamos la belleza aquí, el crecimiento y la multitud de cosas buenas y maravillosas. Todo esto es una mezcla, todo esto es parte de lo que hace a esta calle una comunidad.

“Vivimos nuestro llamado más plenamente cuando estamos en una comunidad de fe abrazando una comunidad en sufrimiento.”  – John M. Perkins

Estas palabras de un pastor urbano John Perkins dicen todo. Por eso estamos aquí. Nuestra fe nos empujó, nuestro llamado nos sostiene. El dolor que encontramos no nos detiene porque también lo traemos. Tal vez, encontraremos nuestra propia sanación en la batalla o quizás podamos llevarnos una pequeña parte del dolor ajeno. Tragedia y belleza. Sufrimiento y crecimiento. Todo está aquí, en nuestra calle, en nosotros.

 Este es nuestro llamado.