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Un Toque Humano

Gracias a Alexia, una de nuestras coordinadoras de casos en el Centro de Recursos El Faro, por escribir hoy en nuestro blog sobre sus propios pensamientos y luchas al trabajar con nuestros clientes durante la pandemia COVID-19. Ella proporciona grandes conocimientos sobre los desafíos únicos que enfrentan los salvadoreños durante este tiempo. 

El COVID ha sido devastador para el mundo en muchos niveles que es casi imposible enfocarse en uno solo, pero claramente uno de los principales es la forma en cómo nos relacionamos las personas. La famosa “distancia social” ha reducido al mínimo el contacto físico; el uso de mascarillas, caretas, batas desechables y guantes, marcan claramente qué tanto las personas prefieren o deben distanciarse de los demás.

La Organización Mundial de la Salud ha creado una campaña con frases cortas, pero muy significativas, en aras de concientizar al mundo del daño que la pandemia que vivimos está causando y cómo, con actos sencillos, podemos hacer una gran diferencia. Una de las frases que he escuchado, dice: “Salva la humanidad…, simplemente, alejándote de ella”.

Pero si tú eres un salvadoreño o conoces a uno, sabes que “simplemente” no es tan simple. Los salvadoreños somos por excelencia unos grandes “confianzudos”. Vamos caminando por la calle y con un movimiento de cabeza y una sonrisa, saludamos a los extraños diciendo: “¡Buenas…!”, llegamos a una tienda y terminamos haciéndonos casi amigos de la persona que nos atiende, vamos a un restaurante y bromeamos con los meseros, recién nos presentan o conocemos a alguien, lo saludamos con un apretón de manos, una palmada en el hombro y/o el muy característico beso en la mejilla. Es tan natural en la mayoría de los salvadoreños ser así: alegres, atentos, amables, colaboradores y sí, ¡hasta “besucones”! Incluso cuando conocemos un extranjero (que no sea latino), es parte de nuestro instinto romper el hielo abruptamente plantándoles un beso en la mejilla, y no es hasta que vemos su expresión de “susto” que realizamos (a veces) que no toda la gente es “confianzuda” ni se siente tan cómoda con ese contacto físico repentino, como nosotros. En el caso de los salvadoreños debe ser un acto intencional y consciente no darnos la mano o saludarnos con un beso en la mejilla cuando nos vemos con la gente que conocemos, o  no abrazar a alguien que no hemos visto por más de una o dos semanas. La distancia social, “simplemente”, no es algo que se nos dé con naturalidad.

El COVID ha cambiado mucho de nuestra identidad como salvadoreños al robarnos el contacto físico como lo conocíamos, pero así mismo, nos ha ayudado como seres humanos a sacudirnos el “así lo hemos hecho siempre” y abrirnos a la posibilidad de “hay que hacerlo de otro modo, ¿cómo hacemos?”. Tal vez ahora el contacto no puede ser físico, por razones obvias, pero es a través de pantallas, aplicaciones y plataformas que nos ayudan a conectarnos, que ahora podemos de algún modo sentirnos “cerca”.

Desafortunadamente, para nuestros clientes en Mission to El Salvador, estos recursos no son una opción viable porque no tienen un celular, una computadora, Internet, y en la mayoría de los casos, un hogar desde donde “conectarse”. Por eso, esta “nueva normalidad” trae un desafío grande para nosotros como equipo, ya que debemos cambiar drásticamente la forma de trabajar, el acercamiento, pensar en cómo dejar el contacto físico que nos caracterizaba con nuestros clientes -independientemente de su condición- pero siempre conservando el “toque humano” en cada interacción. Dicho de otro modo, cambiar la mentalidad a: “hay que hacerlo de otro modo, ¿cómo hacemos?”.

Se dice fácil, pero no lo es, sin embargo, ayer tuve un buen recordatorio: “Dios, de su gran variedad de dones espirituales, les ha dado un don a cada uno de ustedes. Úsenlos bien para servirse los unos a los otros… ¿Has recibido el don de ayudar a otros? Ayúdalos con toda la fuerza y la energía que Dios te da. Así, cada cosa que hagan traerá gloria a Dios por medio de Jesucristo”. 1ª Pedro 4:10-11

Me confortó saber que el Dios que nos llamó, nos ha dado de antemano lo que necesitamos para hacer esto, para crear, para innovar, para pensar afuera de la caja, siempre dentro de los planes que Él ya tiene para esta población que está en Su corazón y nos permite servir. Aunque nosotros, como seres humanos hemos sido golpeados, afligidos y nos hemos tambaleado mucho en estas circunstancias duras y cambiantes, Dios sigue en Su Trono y nuestra vida y la de las personas que Él quiere que sean nuestros clientes, está en Su mano.

Ayúdanos a orar estas siguientes semanas para que, como equipo de MTES, podamos conectarnos con Dios, con nuestros clientes y entre nosotros de tal forma, que todas las piezas que la pandemia y las tormentas han sacudido “fuera de su lugar”, caigan pronto en su “nuevo lugar”. Intercede por nuestra misión en El Salvador actual y que tengamos un corazón dócil y un espíritu enseñable, como equipo, para entender las nuevas instrucciones “de arriba” de cómo hacerlo. Que esa fuerza y energía que Dios nos ha dado ya, puedan capacitarnos para ofrecer ese regalo del “toque humano” a todo el que lo necesite.

Photo credit: Federación Madrileña de Salvamento y Socorrismo

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